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18 Julio 2017

Hola soy Pepe, el final de mi SVE llegó de forma inesperada. Una oferta de trabajo no me deja disfrutar los cinco meses que me faltan aquí en Palermo.
Vuelvo triste, pero lleno de vivencias, de energía y de mucha gente que he conocido, muchos nuevos amigos que siempre extrañaré.

Ahora intentaré resumir estos siete meses en Palermo, espero ayudar a la gente que está pensando en hacer el SVE.
Primero me gustaría empezar a escribir sobre mi servicio en Palermo, porque antes de llegar eso era lo que más me preocupaba. Trabajaba en Casa Federica, un albergue de lunes a viernes, seis horas diarias. En la casa había seis africanos y cuatro palermitanos, de entre catorce y dieciocho años.
La experiencia no pudo ser mejor, yo era apoyo de los ocho operadores, y tenía la labor de ayudar con las tareas de los niños, organizar actividades dentro y alrededor de la casa y lo más importante para mí, ser una persona de confianza para los niños. al final un apoyo para ellos, porque estar lejos de la familia y en un país nuevo para los niños africanos es una situación compleja, y es muy difícil estar en su lugar. Todavía estoy asombrado por el coraje que tienen, me enseñaron tanto.
En la casa tenía un ambiente de felicidad, con días peores y días mejores. Los operadores realmente han creado un contexto donde los niños pueden crearescere como personas y aprende cómo es la vida afuera.
También compartí mi trabajo con una voluntaria de Palermo y dos chicas holandesas, que hicieron sus prácticas universitarias en Casa Federica. Esto me ayudó a tener diferentes puntos de vista sobre situaciones que sucedieron en Casa Federica.

A continuación os dejo algunas fotografías que cuentan mi experiencia laboral.

En segundo lugar, por supuesto voy a hablar de mis compañeros de cuarto, quienes hicieron que la experiencia fuera más gratificante. Éramos siete personas en la casa, un turco, un eslovaco, un estonio, un letón, un francés, un francés y yo, que soy española. Todos tenemos personalidades diferentes, pero al final todos conectamos demasiado bien.
En la casa tenía una locura contagiosa, haciendo cada vez cosas más inesperadas y únicas.
Estos amigos serán para siempre.

También conocí a otros voluntarios que estaban en Palermo y trabajaban en otras asociaciones, pero hicimos muchas cosas juntos, también encontré personas muy especiales.

Por último hablar de los palermitanos que conocí gracias a mis pasiones que son el patinaje y la escalada. Comparado con el patinaje encontré un grupo de patinadores que me recibieron como uno más, con ellos estuve más cerca de la vida de un palermitano, además hablan mucho italiano y comparado con la escalada, entrené en un gimnasio cubierto con mi compañero de cuarto Víctor. .

Palermo es una ciudad llena de vida y muchas posibilidades para disfrutarla, sin duda recomendaría esta ciudad a futuros voluntarios europeos.